Quien me acompaña

jueves, 9 de febrero de 2012

La magia de una sonrisa

                                                

Deambulaba en aquella tarde oscura, mojada, perdida……desesperada y rendida a una existencia anodina y carente de la más mínima ilusión.

Hacía varios meses que había perdido a su hijo de pocos años, víctima de un cruel cáncer que sesgó su corta vida sin piedad y, desde entonces, visitaba aquel parque todas las tardes intentando encontrar la paz que el tiempo le negaba, atormentada por aprisionar una vida que ya no le pertenecía.

Y ahora, cuando comenzaba a someterse y aceptaba vivir de una manera vacía, le acababan de dar la noticia: se encontraba embarazada de nuevo….otro hijo….la angustia la embargó de tal manera que hubo de sentarse (más bien desplomarse) en un banco cercano. Qué futuro podía ofrecer a aquel nuevo ser si ella misma se sentía tan asustada (incapaz de soportar el más mínimo sufrimiento) que sería capaz de renunciar a él antes de que naciese?. Sentía miedo, miedo de vivir, miedo de sufrir, miedo de volver a amar y perder…

Con el rostro escondido entre sus manos se hallaba cuando sintió una cálida vocecilla que al oído le susurraba:

“Para ti, mamá”

Descubrió su rostro lloroso y se encontró frente a ella con un niño de unos 6 años…morenito, vivos ojos y una sonrisa tan cautivadora que la inundó, la llenó y la refugió. Tras la sorpresa inicial descubrió una florecilla que sobresalía de entre sus deditos.

Lucía, que así se llamaba, aupó al niño en  su regazo y, sin poder remediarlo, lo acarició y besó. Se miraban, reían…..sin cruzar una palabra, sólo sentían su complicidad y la fuerza de su abrazo. Se inundó de la magia que la sonrisa de aquel pequeño le transmitía y comprendió el sentido de su existencia; por primera vez en muchos meses sintió la necesidad de dar calor, de proteger a otro ser que no fuese ella misma, dejó de sentirse víctima. Se sintió preparada para OFRECER.

Apenas unos minutos después apareció la madre del pequeño, toda azorada por la situación que ella creyó incómoda para Lucía.

-Perdone a mi hijo, dijo sonriendo. Se le ha metido en la cabeza que todas las mujeres son “mamás solitarias”, siento que la haya importunado.

Entre bromas y disculpas se llevó al pequeño quien, mientras se alejaba, lanzó un beso a Lucía, beso que ella atesoraría en su corazón durante el resto de sus días. Se levantó del banco convertida en otra mujer, sintiendo aún la magia que la inundaba y dispuesta a luchar…….preparada para VIVIR.

                                                                     






1 comentario:

  1. Q relato mas hermoso mi niña, me ha encantadoooooooo, es conmovedor!!!

    Un besote enorme

    ResponderEliminar