Quien me acompaña

miércoles, 26 de marzo de 2014

La luz de la vida




Esta entrada corresponde a mi participación en el Grupo "Adictos a la escritura", proyecto para este mes de marzo y que ha quedado bautizado como "El desafío".
Paso a describiros en que consiste, para que podais apreciar el verdadero trabajo y como lo vemos los que participantes en este reto, para mí, maravilloso. El trabajo propuesto se desarrolla en dos fases:

FASE 1

-El primer paso, y para poder participar en el relato final, será escribir una escena muy breve, que posteriormente desarrollará un autor diferente.
-Será de género libre.
-Máximo 100 palabras. 
El día 12 de marzo habrá que enviar la escena al correo deadictos.escritura@gmail.com

FASE 2

-Una vez repartidas las escenas, se desarrollarán los relatos. NO SE TRATA DE UNA INTERPRETACIÓN, SINO DE USAR LA ESCENA COMO INICIO DEL RELATO. A partir de ella habrá que desarrollar la historia, a ser posible respetando lo planteado por la escena que os toque.

-La extensión máxima del relato será de 2 páginas de Word, escritas con letra Times de 12, interlineado sencillo y márgenes configurados en normal.

La magia consiste en desarrollar un relato a partir de un párrafo iniciado por un compañero o compañera de grupo. A mi me ha tocado el presentado por Arianna, un texto con el que he disfrutado de lo lindo y que ha tomado forma y vida el solito. Yo, simplemente, me he dejado conducir por la pluma. Espero no decepcionar las expectativas de mi querida compañera.
Sólo significar que el párrafo que me ha sido facilitado es el primero y termina en: "cubrirme como momia". :)


                                             LA LUZ DE LA VIDA                                                          






El día más inolvidable de mi vida sucedió cuando estaba por terminar mi cuarto semestre en el bachiller. Todo comenzó cuando curioseaba por la ventana del autobús escolar un pequeño paisaje rodeado por unos caballos que trotaban en círculos alrededor de un establo de vacas. 
Los rayos del sol que traspasaban por la ventana otorgaban a mis ojos el poder de crear figuras extrañas de colores rodando en los matorrales que no dejaba de observar. Era tan divertido hasta que mi piel erizada por el aire acondicionado me obligó a sacar el cobertor de la mochila para cubrirme como momia.

Había participado en esta excursión, organizada por el colegio, de mala gana y así me encontraba, malhumorada, acurrucada en mí asiento y bien abrigada. Me dormí sin darme cuenta, soñando con lo único que me interesaba en ese momento:  las  vacaciones estivales, cada día más cercanas. ¿Qué habrá sido de Rodolfo?, ¿Lucía?, ¿Tomás?...como los añoraba, a ellos y las aventuras que juntos vivimos el verano anterior. ¿Volverían a “Isla bonita”?, lo deseaba con todas mis fuerzas. A pesar de ser un curso muy complicado y difícil, me había esforzado al máximo sólo para poder disfrutar de un verano sin preocuparme de los dichosos libros. ¿Volvería a ver a  “Lucero”?, la perrita más alegre que había conocido y a la que hicimos nuestra amiga inseparable, testigo mudo  de cuanto vivimos. Desperté sin saber  el tiempo transcurrido, que no debió ser mucho porque los caballos, el sol y el establo aún permanecían en mi campo de visión.

     Me he desmayado –susurré-
     ¡Te has dormido como un tronco, Lucía¡  –me dijo el niño sonriente que se encontraba a mi lado- el autobús ha averiado y no podemos regresar, de momento solo sabemos que han pedido otro para recogernos.

La noche caía y no llegaba nuestro vehículo salvador, empezamos a tener miedo, temor que se incrementó cuando el conductor nos hizo saber que la radio se había quedado sin batería. ¡Nos hallábamos incomunicados¡. A lo lejos oíamos a los animales, ya recogidos en el establo y que parecían anunciar una larga noche llena de sombras y aventuras siniestras.
Sólo nos acompañaban dos adultos, el conductor y la cuidadora del autobús, una mujer menuda y apocada que parecía más asustada que nosotros. Tras esos ojos llorosos y desbordados por la situación, Miriam –que así se llamaba- nos dijo con toda la tranquilidad posible que los dueños de la granja no habían accedido a dejarnos dormir en su casa, que la única posibilidad de la que disponíamos para abrigarnos del frio de la noche era dormir en el establo, junto al ganado y a eso no se habían opuesto, al contrario, les había parecido que a “estos niños de ciudad” –como nos habían calificado- les vendría muy bien saber lo que es convivir con la naturaleza.

     ¡Chicos, fuera esas caras¡ -nos cantó el conductor a ritmo de “aquí no pasa nada, arriba esos ánimos”- coged vuestras mochilas, la manta que os corresponde y en rigurosa fila seguidme, ¿no vinimos de excursión? ¡A vivir nuestra mayor aventura¡
El rudo granjero -hombre encorvado, demasiado mayor y sin expresión en el rostro- nos abrió la puerta del establo y nos hizo entrar.
— Cierro con llave desde fuera y hasta el amanecer no se os ocurra molestar.. –nos ladró-

Hacía frio e ideamos, como juego y para sentirnos más protegidos, dormir en círculo unos pegados contra otros y así sentir nuestro propio calor. Se respiraba tensión en el ambiente, incrementada por el brillo amenazante de los ojos de los animales con los que compartíamos habitáculo, pero pronto se acostumbraron a nuestra presencia y poco a poco fueron quedándose dormidos.  La luz del único candil que el lugareño nos había dejado para alumbrarnos dibujaba en la pared miles de figuras, todas siniestras. Yo apretaba bien los ojos para intentar dormir y controlar el pánico que la visión de las sombras me provocaba, pero todo en vano…la noche iba a ser larga,  muy larga…

 La señorita Miriam, sin previo aviso,  empezó a compartir con nosotros historias y aventuras que había vivido en su infancia y no todas ellas buenas, lo que provocó alguna traviesa risilla por nuestra parte. La siguió Rodolfo, el conductor. Luis, un niño que apenas participaba en las actividades de grupo también aportó su granito de arena para calmar la situación, yo me decidí a relatar lo interesante de mis veranos… todos teníamos algo interesante que aportar, todos queríamos decir, expresar…y así, pronto conseguimos ver bonitas figuras a la luz del candil dónde antes solo encontrábamos malvadas y temerosas siluetas. Sin sentir transcurrió la noche, una noche dónde no pegamos ojo pero también una noche que secretamente ninguno deseábamos que terminase.

Se oyó la cerradura, la puerta chirrió y la luz de la mañana inundó la habitación. El granjero soltó una sonora carcajada y encontramos su rostro afable y acogedor.
     ¡Veo que los “señoritos” han dormido muy poco, más bien nada¡, creo que les será difícil olvidar que han pasado por la finca de un seguro servidor, El Matias. ¡Y espero que para bien¡  -el rostro bonachón del hombre se iluminó picáramente con una sonrisa de oreja a oreja, dejando casi en suspenso la rama de hierba que colgaba de la comisura de sus labios.

Un claxon sonó a modo de aviso, el autobús estaba arreglado y podíamos volver a casa. La excursión llegaba a su fin y el curso casi que también.

Las miradas cómplices y felices que partieron aquella mañana hacía su destino, nada tenían que ver con las temerosas que se enfrentaban a una noche llena de incertidumbre. ¿En verdad era aquel granjero tan siniestro como parecía?, quiero pensar que no, que simplemente era un hombre que sabía de la vida y las prioridades de ésta, que conocía muy bien dónde radica la verdadera fuerza de la raza humana: la unión y generosidad y que quiso compartirla con un grupo de niños que apenas se abrían a la vida porque quizá no tuviesen otra ocasión de  aprender del espíritu que nunca debe abandonarnos, la naturaleza.


Sentada en mi autobús y camino de casa, comprendí.





17 comentarios:

  1. Muy bien descrito, Cloe, me has atrapado desde el primer momento. Dos cosas me han encantado: la descripción de las sensaciones de la protagonísta, y la "lección" que da el granjero a los chicos.

    Tan solo te objetaría un par de faltas tipográficas con la barra espaciadora, que la tienes rebotada. XD

    Besos, preciosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin tu comentario sentiría que me falta algo, aunque llevas mas de dos años dándote cuenta que la barra espaciadora y yo no hacemos las paces ni "pa trás" jajaja. Gracias por pasarte y un besazo, guapetón ;)

      Eliminar
  2. Me ha gustado mucho, sobre todo el cambio que se produce entre los compañeros una vez pasada esa noche, ahora tienen más confianza los unos en los otros y más complicidad. Menuda aventura pasaron los pobres chavales. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Precisamente ese es mi mensaje, lo que me gustaría transmitir: el cobijo que sólo proporciona el calor humano, aunque nos empeñemos en estar solos y ser demasiado independientes. Gracias por acompañarme :)

      Eliminar
  3. Como engañan las apariencias cuando estamos predispuestos a esperar lo peor...

    Me gustó mucho el relato, de alguna forma me hizo recordar el campamento al que fui hace muchos años, también con mi curso.

    Un beso,

    Ellora

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también recordé la sensación de niños asustados y arropándose unos a otros. Gracias por acompañarme :)

      Eliminar
  4. Oye, está genial. Me gustó bastante el ritmo calmado que le diste al asunto. A mí jamás se me hubiera ocurrido escribir algo así. Te sacaste un diez.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y con tu comentario te mereces un 20, me ha reforzado. Gracias por acompañarme :)

      Eliminar
  5. Bien dicen que se aprenden cosas interesantes por las excursiones y por los incovenientes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En cualquier momento, lugar, situación se aprende algo. A mi me gusta pensar que "la ayuda la encuentras dónde menos te lo esperas". Gracias por acompañarme :)

      Eliminar
  6. Una bonita experiencia, Cloe. Todos esos chicos ya tienen que contar a su familia y amigos.
    Saludos : Doña Ku

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Dora¡, espero que tu tambien estes viviendo una experiencia maravillosa en tu nueva vida. Me hace feliz que hayas podido seguir con nosotros. Como siempre, gracias por acompañarme :)

      Eliminar
  7. No se si para mí este sería el día más inolvidable de mi vida (¿cómo saberlo si todavía no soy un anciano?), pero la moraleja del cuento es digna de ser recordada y puesta en práctica una y otra vez.
    Me gusto mucho. Saludos.
    ibso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Graciasssssssss, bueno..elegir un solo dia inolvidable es complicado ja ja...porque todo momento que nos aporte algo "mágico" se convierte en un trocito de ilusión. Gracias por acompañarme :)

      Eliminar
  8. Ten cuidado con las exclamaciones, Cloe, abres y cierras con el mismo signo (¡) pero se abre con ¡ y se cierra con ! Es un efecto un poquito desconcertante. En cuanto al relato, está muy bien, al principio me llevaba a pensar a un relato de terror, pero me gusta más de esa forma.

    ResponderEliminar
  9. ¡Hola! Yo también pensé como Déborah, que iba a ser una historia de terror, pero al contrario es muy reflexiva y dulce, ¡que alivio! ¡Muy buen relato! ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
  10. Aparezco por aquí a destiempo. Por el inicio también me esperaba algo más aterrador, y al final ha sido algo más "conmovedor". Me ha gustado ese giro y la lección final.

    Un abrazo
    Antonio V. García.

    ResponderEliminar